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Actualizado: mayo, 2019
Vyāsa —
Yoga-Bhāṣya (s. V.)
yasya tu tad eva cittaṃ viṣayas tasya—
Sin embargo, para él (puruṣa), el objeto es la mente misma.
सदा ज्ञाताश्चित्तवृत्तयस्तत्प्रभोः
पुरुषस्यापरिणामित्वात्॥१८॥
sadā jñātāś cittavṛttayas tatprabhoḥ puruṣasyāpariṇāmitvāt
Las fluctuaciones de la mente siempre son conocidas, a causa de
la inmutabilidad del “sí-mismo-esencial”, que es su dueño
(Traducción
propia)
(Otras
traducciones)
Vyaas
Houston |
Las vṛtti-definiciones de citta-el campo son siempre conocidas, debido a la inmutabilidad de puruṣa-el sí mismo, que es dueño de ellas (citta-vṛtti) |
Georg
Feuerstein |
Las fluctuaciones de la conciencia son siempre conocidas por su “superior”, a causa de la inmutabilidad del Sí-mismo |
Christopher
Chapple y Yogi Ananda Viraj |
Las fluctuaciones de la mente son siempre conocidas debido a la inmutabilidad de su dueño, puruṣa |
P.
V. Karambelkar |
A causa de la inmutabilidad de puruṣa, las citta-vṛttis (las modificaciones funcionales de citta) se vuelven conocidas para (este puruṣa, que es) su dueño |
James
Haughton Woods |
Ininterrumpidamente, el dueño de éste [complejo mental] conoce las fluctuaciones del complejo mental [y así] el Sí-mismo no sufre cambios |
Emilio
García Buendía |
Las fluctuaciones de la mente consciente (son) siempre conocidas por la inmutabilidad de su señor, de la consciencia pura |
Oscar
Pujol |
Los procesos mentales son siempre conocidos, ya que el puruṣa, el señor de estos procesos, es inmutable [y por lo tanto siempre consciente] |
Chip Hartranft |
La pura conciencia siempre conoce los patrones de la mente, es su suprema e inmutable testigo |
Vocabulario
sadā jñātāḥ citta-vṛttayaḥ
tat-prabhoḥ puruṣasya apariṇāmitvāt
citta-vṛttayaḥ (las fluctuaciones de la mente) sadā (siempre son) jñātāḥ (conocidas) apariṇāmitvāt (a causa de la inmutabilidad) puruṣasya (del “sí-mismo-esencial”) tat-prabhoḥ (que es dueño de ellas)
sadā: (indecl) siempre, continuamente.
jña
(jñātāḥ): (f, nom, pl) conocidas,
sabidas.
citta-: mente,
razón, inteligencia, conciencia; 1) sensación, aquello que es percibido, aquello
sobre lo que la mente se fija; 2) mente o conciencia en su totalidad, como
conjunto de todas sus actividades y funciones; 3) la sede, el órgano, el
conjunto de las funciones, actividades, procesos intelectivos, volitivos y
emocionales del individuo; 4) se compone de intelecto (buddhi, asmitāmātra), conciencia
de existencia individual (asmitā, ahaṃkāra) y mente sensible (manas); 5) es similar al concepto de
instrumento interno (antaḥkaraṇa) en el sāṃkhya y el vedānta).
vṛtti (vṛttayaḥ): (f, nom, pl)
modificaciones, giros, fluctuaciones; 1) remolinos, torbellinos; 2) procesos o
actividades.
tad-
(tat-): de esos, de ellos, de aquellos, suyo.
prabhu
(prabhoḥ): (m, gen, sg) del superior, del dueño, del amo.
puruṣa (puruṣasya): (m, gen, sg)
del “sí-mismo-esencial”; 1) de lo que se asimila al observador o sujeto de las
experiencias (dṛṣṭa), a la auténtica naturaleza o
naturaleza humana esencial (ātman), a la conciencia-energía o poder que
subyace a la conciencia (citiśakti) y al ser
interior (adhyātma); 2) de lo que lo
que permanece consciente reflejándose a sí mismo (pratisaṃvedin) en
el intelecto (buddhi).
apariṇāma
(apariṇāmitvāt): (n, abl, sg) a causa de la inmutabilidad, es decir, debido a no experimentar
cambio alguno.
Otras variaciones del texto original:
sadā jñātāścittavṛttayastatprabhoḥ
puruṣasyāpariṇāmam
Vyāsa —
Yoga-Bhāshya (s. V.)
yadi cittavat prabhur
api puruṣaḥ pariṇameta,
tatas tad-viṣayāś citta-vṛttayaḥ
śabdādi-viṣayavaj jñātājñātāḥ
syuḥ | sadājñātatvaṃ
tu manasas tat-prabhoḥ puruṣasyāpariṇāmitvam
anumāpayati ||18||
Si el dueño, es decir puruṣa, fuese cambiante como la mente,
entonces sus objetos —los procesos mentales— serían objetos como por ejemplo los
sonidos para la mente, es decir conocidos y desconocidos. Puesto que la mente
siempre es conocida por puruṣa, se infiere que (el “sí-mismo-esencial”) es inmutable.
—Según el yoga, la mente es sólo materia; por tanto la
mente no puede desear. El impulso viene de algo más profundo. La percepción
pasa por la mente (II.23); así que la calidad de percepción
depende del estado de la mente. El Veedor ve a través de la mente. El papel de
todo lo que vemos no es para servir a la mente, sino para servir al Veedor. Eso
incluye a la misma mente, puesto que la mente es parte de la materia (II.21).
La percepción siempre se efectúa a través de la mente. El estado de percepción
depende del estado de la mente. El único momento en que no hay percepción es
cuando se está en sueño profundo (realmente se trata de un tipo de samādhi tamásico). El Veedor: hay algo que sabe lo que está
pasando. La mente y el cuerpo cambian a lo largo de la vida, pero hay algo
constante que observa el cambio y sigue su patrón. Normalmente no somos
conscientes del Veedor porque hay algo entre ambos. Podemos ser conscientes del
Veedor si/cuando la mente se llena de Él (von Romberg,
Margo “https://sanskritdocuments.org/sites/athayoga/sutra_ch4phn.html“).
—Es interesante observar que el modo en el que se afirma
que se conoce la ausencia de modificaciones por parte de la auto-consciencia (puruṣa) es por medio de una inferencia (anumāna), no por percepción directa (García
Buendía, Emilio
“El yoga como sistema filosófico”,
pag. 452).
—A causa de la inmutabilidad (apariṇāmitvāt) de puruṣa, que posee la capacidad (latente o inmanifiesta) de
producir conciencia, es la norma general de referencia con la cual los vṛttis son adjudicados a citta en
su totalidad. Este tema se explica en el sūtra,
donde puruṣa se menciona como el dueño de citta y sus vṛttis, un supervisor imparcial o
testigo de las actividades o modificaciones funcionales de citta. Puruṣa puede, por tanto, observar
estos cittavṛttis sin implicarse en ellos y así
conocerlos en su totalidad (Karambelkar, Dr. P.V. “Pātañjala Yoga
Sūtra”, pag. 548).
Bhoja — Rāja-Mārtanda
(1018-1060)
||4.18|| yā
ētāścittasya pramāṇaviparyayādirūpā
vṛttayastāstatprabhōścittasya grahītuḥ puruṣasya sadā sarvakālamēva jñēyāḥ,
tasya cidrūpatayā.pariṇāmāt
pariṇāmitvābhāvādityarthaḥ.
yadyasau pariṇāmī
syāttadā pariṇāmasya
kādācitkatvātpramātustāsāṅ
cittavṛttīnāṅ sadā jñātatvaṅ nōpapadyēta.
ayamarthaṅ -- puruṣasya cidrūpasya sadaivādhiṣṭhātṛtvēna
vyavasthitasya yadantaraṅgaṅ
nirmalaṅ sattvaṅ
tasyāpi sadaivāvasthitatvādyēna yēnārthēnōparaktaṅ bhavati tathāvidhasyārthasya sadaiva
cicchāyāsaṅkrāntisadbhāvastasyāṅ
satyāṅ siddhaṅ
sadā jñātṛtvamiti na kadācitpariṇāmitvāśaṅkā.
Las
modificaciones de la mente, como por ejemplo las caracterizadas por la
percepción, el error, etc., son siempre y en todo tiempo conocidas por el
“sí-mismo-esencial”, que las gobierna, y que es el conocedor de la mente,
porque éste, bajo su aspecto del intelecto puro (cit) no está sujeto a los cambios, pues en él está ausente la
condición de la mutabilidad. Este es el sentido. Si fuera capaz de experimentar
cambios, entonces, puesto que todo cambio es ocasional, no se lograría la
constante capacidad de conocimiento de aquellas modificaciones de la mente. El
sentido es el siguiente. La cualidad pura (sattva) y sin mancha, está íntimamente relacionada con el
“sí-mismo-esencial” (puruṣa) bajo
su aspecto de intelecto puro (cit), el cual permanece siempre en su función de principio
gobernante; al ser teñida por uno u otro objeto debido a que ella también
permanece siempre, se da el hecho real de transmitirse a ella el reflejo (chāyā) del intelecto puro. Siendo esto así, queda
demostrado que la condición de conocedor existe siempre, y nunca pueden existir
dudas en lo que respecta a que esto esté sujeto a cambios.
nanu cittamēva yadi sattvōtkarṣātprakāśakaṅ
tadā svaparaprakāśakatvādātmānamathaṅ
ca prakāśayatīti tāvataiva
vyavahārasamāptēḥ kiṅ grahītrantarēṇētyā
śaṅkāmapanētumāha
Ahora
bien, si la mente misma, bajo el predominio de la cualidad pura, es la que
ilumina, entonces, debido a su capacidad para iluminarse y para iluminar a
otros, podría iluminarse tanto a sí misma como al objeto; de manera que el
proceso (del conocer) quedaría ya completado. ¿Para qué, entonces, pensar en
otro conocedor?
Śaṅkara
Bhagavatpāda — Yoga-Bhāṣya-Vivaraṇa (s. XIV)
Existe la percepción directa de
los procesos mentales y resulta incuestionable que siempre son conocidos como
objetos. Además los procesos mentales al ser percibidos de forma directa, se
recuerdan como habiéndose conocido directamente, como por ejemplo un jarrón, y
no bajo el conocimiento que puedan proporcionar la autoridad o la inferencia.
Igualmente se conocen de forma exacta sus formas y nunca son objeto de duda. Si
no fuesen percibidos directamente entonces, igual que los objetos exteriores,
algunos aparecerían dudosos de vez en cuando. Pero, realmente, nunca tenemos
dudas sobre ellos.
Objeción: aun así, si un objeto se conoce completamente en un momento
determinado, se dice que se comprende.
Respuesta: ningún proceso mental sucede si no se conoce por medio de la
percepción directa. Tampoco podría deducirse a partir de un resultado, porque
no podría asegurarse tal resultado. Puesto que lo que es dudoso no puede ser un
objeto, y los procesos mentales son recordados de forma absoluta, en sí mismos,
independientemente de cualquier objeto, resultan siempre directamente
percibidos. Son el iluminador, instrumento y manifestador del que percibe, como
una luz. No es que exista duda (en su percepción) por medio de los ojos o de
otro órgano de los sentidos; también existe ahí percepción directa. Igual que
las cosas como los jarrones son conocidas gracias a una iluminación especial,
los sonidos resultan conocidos por el oído gracias a una especial “luz” propia,
y así con el resto de los sentidos y sus objetos. No puede argumentarse que
como no se conoce de forma aislada no se trata de un caso de percepción
directa. Los rayos de dos lámparas se mezclan entre sí de forma inseparable sin
que podamos discriminarlos y, aun así, no podríamos decir que no se los percibe
directamente. De la misma forma, un sentido como la vista mantiene una relación
recíproca con la luz externa que le corresponde y no se conocen de manera
aislada; tampoco puede afirmarse que no exista percepción directa en este caso.
Quien niegue que los procesos mentales son percibidos
de forma directa con toda seguridad también se niega a sí mismo, pues toda
percepción depende de algún proceso mental, y la “luz” de una percepción de
forma depende de alguna idea. El conocimiento y el desconocimiento de conceptos
generales como el sonido debe entenderse como movimientos de la mente
cambiante; de la misma forma, la comprensión e incomprensión de los objetos de
los sentidos corresponde a cambios en los sentidos. La proposición es que puruṣa es inmutable; la razón es que sus objetos son siempre conocidos; el
ejemplo de lo contrario lo constituyen la mente y los sentidos. Puesto que aquí
se está tratando de un perceptor de objetos, tampoco sirve para rebatir nuestro
argumento el poner como ejemplo a un sí-mismo liberado, pues en este caso no
hay objetos.
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