Haṭha
Yoga: El yoga de la disciplina física
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El
vocablo haṭha proviene de las raíces ha y ṭha
(sol y luna). Está referido a las dos cualidades, solar y lunar del fluido o prāṇa
vital del cuerpo. Es el yoga de la fortaleza y armonía del cuerpo. En este
sentido, es el equilibrio entre la respiración solar o de la fosa nasal derecha
y la respiración lunar o de la fosa nasal izquierda. Asimismo, puede traducirse
como la unión de las energías prāṇa y apana.
El
principal objetivo del Haṭha Yoga, es
lograr el máximo equilibrio entre el cuerpo físico, la mente y la energía
vital, o prāṇa. Pretende, no sólo fortalecer el cuerpo, sino
también armonizar y equilibrar todo el sistema nervioso con una serie de
ejercicios en los que interviene la respiración (prāṇāyāma).
También se incluyen determinadas purificaciones corporales (kriyā)
y trabajos gestuales (mudra). Actúa fundamentalmente sobre el cuerpo
físico y la respiración procurando una salud perfecta.
El
Haṭha Yoga es un desarrollo medieval. Fueron los adeptos al Tantrismo
los que iniciaron la visión dinámica del universo, creando una nueva actitud
hacia el cuerpo humano y la existencia física en general. En el Kulārṇava
Tantra se expresa esta actitud:
¿Cómo puede lograrse el objetivo
humano sin el cuerpo? De esta forma, en posesión de un cuerpo, se deben
efectuar acciones meritorias (puṇya) (1.18).
Entre los 840.000 tipos de seres
vivos, solo a través del cuerpo humano puede adquirirse el conocimiento de la
Realidad (1.14).
Dentro
del Tantra, el movimiento Siddha utilizó técnicas que
constituyeron más adelante la “cuna” del Haṭha Yoga. Especialmente
las escuelas de los Nāthas, en la zona de Bengala, y de los Maheśvaras,
en el Sur de la India.
Concretamente,
la tradición hindú asocia la creación del Haṭha Yoga con Gorakṣa
Nātha y su maestro, Matsyendra Nātha, hacia el siglo X
d.C. El término nātha significa “señor” o “maestro” y se refiere al
yogui que disfruta tanto de la liberación como de los poderes
paranormales (siddhi).
Matsyendra recogió la tradición de los Kaula
y fue el creador del Nāthismo, aunque legendariamente se
considera que la fuente del linaje Nātha pertenece al mismo Śiva
y a veces se le invoca como Adinātha (Señor Primordial).
Sin
embargo, la invención del Haṭha Yoga se atribuye
expresamente a su discípulo Gorakṣa, aunque bastantes prácticas de
esta escuela existían desde mucho antes. A su vez, Gorakṣa fundó
la escuela Kānphaṭa, que hoy en día aún tiene adeptos
repartidos por toda la India en forma de eremitas y grupos monásticos.
Existen
diversos textos sobre Haṭha Yoga, pero los más renombrados de esta
tradición son el Haṭhayogapradīpikā, el Gheraṇḍasaṃhitā
y el Śivasaṃhitā, los cuales tratan del fortalecimiento
y la purificación del cuerpo físico; los nāḍīs en el
denominado cuerpo sutil; la práctica de āsanas o posturas que están
concebidas para estimular las glándulas, vitalizar el sistema nervioso y lograr
un desarrollo psicofisiológico pleno, utilizando el cuerpo y la mente como
instrumentos de evolución espiritual; el prāṇāyāma
que regula por su parte la respiración para alcanzar el domino de la energía
vital o prāṇa, que opera en el cuerpo y ayuda a controlar la
mente; los métodos de limpieza y purificación o kriyā y la
aplicación de cierres o llaves denominadas mudras, siendo una de sus
finalidades la de despertar la energía en estado latente denominada kundalini.
Además
de las Yoga Upaniṣads, otras obras importantes, atribuidas todas
al yogui Gorakṣa, son el Gorakṣa Paddhati, el Gorakṣa
Śataka, el Gorakṣa Saṃhitā, el Haṭha
Dīpikā, el Jñāna Amṛta, el Amanaska Yoga,
el Amaraugha Prabodha y el Yoga Mārtanda.
El
objetivo fundamental es el mismo que el de cualquier otra forma de yoga: transcender
la conciencia egóica y realizar el si-mismo-esencial o Realidad divina. Sin
embargo, la tecnología psicoespiritual del Haṭha Yoga se concentra
especialmente en desarrollar el potencial físico de tal forma que el cuerpo
pueda resistir el asalto de la realización trascendental. Normalmente, se
piensa que los estados enstáticos como el samādhi son simples
sucesos mentales, lo cual no es cierto. Los estados místicos de la conciencia
pueden ejercer un profundo efecto en el sistema nervioso y en el resto del
cuerpo.
Los
practicantes de Haṭha Yoga creen que a menos que el cuerpo se
purifique y prepare adecuadamente, los más elevados estados de concentración,
meditación y énstasis resultan virtualmente imposibles de lograr. El haṭha
yogui, por tanto, se esfuerza en fortalecer el cuerpo, en construir un “cuerpo
divino” (divyaśārīra) o un “cuerpo adamantino” (vajradeha)
que le procure la inmortalidad en el reino de lo manifiesto. Después de todo,
la experiencia de unión enstática tiene lugar en el estado corporal. El haṭha
yogui busca no solo la iluminación, sino también un cuerpo transcendido que le
permita gozar del universo manifiesto en sus distintas dimensiones.
Sin
embargo, los practicantes de Haṭha Yoga han sacrificado a menudo
los elevados ideales espirituales y se han establecido en objetivos menores,
quizá mágicos, al servicio del ego. El narcisismo constituye un gran peligro
entre los haṭha yoguis. Esto ha conducido a algunos críticos a
considerar el Haṭha Yoga como una enseñanza decadente, o de categoría
inferior a otros tipos de yoga.
No
obstante, el Haṭha Yoga genuino siempre ha exigido ser comprendido
como una tecnología psicoespiritual al servicio de la realización
transcendental. En el Haṭhayogapradīpikā, este punto se
expresa como sigue:
Todas las prácticas del haṭhayoga
y el layayoga no son más que medios para conseguir el rājayoga;
quien logre el rājayoga triunfará sobre la muerte (4.103).
Este
verso sugiere que el Haṭha Yoga y el Rāja Yoga deben
considerarse sistemas complementarios y que el deseo de conquistar la muerte es
un símbolo para la autorrealización completa. Solo el si-mismo-trascendental es
inmortal; incluso un cuerpo “divino”, compuesto de materia sutil o energía,
antes o después se desintegrará, puesto que todos los productos de la
naturaleza están sujetos a la ley del cambio y la entropía.
El
Haṭha Yoga es una rama del yoga que exige al aspirante una colosal
cantidad de tiempo dedicado a los procesos físicos, especialmente al prāṇāyāma
(ejercicios de respiración y energía) y las āsana (ejercicios
físicos).
Las
principales técnicas se encuadran en los siguientes grupos:
— Técnicas de purificación.
El
control de la respiración (prāṇāyāma) es uno de los
medios más directos para despertar la fuerza vital y los primeros yoguis se
dieron cuenta que era preciso llevar a cabo una purificación más o menos
intensa antes de emprender tal control respiratorio. En consecuencia, se
inventaron toda una serie de técnicas de limpieza que preparan el cuerpo para
las exigencias de las etapas más avanzadas de la práctica.
El
Gheraṇḍasaṃhitā y el Haṭhayogapradīpikā
citan seis técnicas purificatorias (ṣaṭkarmas) distintas.
— Posturas.
Según
el Gheraṇḍasaṃhitā
(2.1) hay tantas posturas como número de seres vivos. Śiva
enseñó 8.400.000 posturas, de las cuales 84 son importantes para los yoguis
y 32 de ellas son las que se describen en el texto.
De
acuerdo con el Haṭhayogapradīpikā
(1.33), sin embargo, Śiva solo enseñó 84
posturas siendo las más importantes cuatro posiciones de meditación.
En
los manuales contemporáneos se pueden encontrar descritas alrededor de mil
posturas. Algunas están diseñadas expresamente para sentarse largo tiempo en
meditación, pero la mayoría persiguen regular la fuerza vital en el cuerpo para
obtener equilibrio, salud y fuerza.
— Sellos y cierres.
Relacionadas
con las posturas se hallan los sellos (mudrās) y los cierres (bandhas).
Los
sellos son técnicas más avanzadas que las āsana, en el sentido que
mezclan aspectos físicos con prácticas meditativas.
Los
cierres son una especie de maniobras corporales que buscan concentrar y
estimular la fuerza vital dentro del tronco.
El
Gheraṇḍasaṃhitā describe veinticinco mudrās
y bandhas en el capítulo tercero.
El
Haṭhayogapradīpikā describe tres bandhas y diez
mudrās.
En
la práctica moderna, los mudras y bandhas se practican
conjuntamente con los āsanas.
— Restricción sensorial.
El
pratyāhāra se trata de forma superficial en el capítulo cuarto
del Gheraṇḍasaṃhitā y consiste en la retirada de
la atención sobre los objetos externos.
El
hecho de que esta práctica se sitúe antes del control de la respiración indica
que la respiración yóguica presupone una importante medida de disciplina
mental.
— Control de la respiración.
El
control de la respiración (prāṇāyāma) es una detallada
regulación de la fuerza vital (prāṇa) en sus diferentes
formas. Desde el punto de vista del haṭha yogui, el trabajo del
yoga es imposible de llevar a cabo sin el dominio de la fuerza vital por medio
de la respiración.
De
acuerdo con el Haṭhayogapradīpikā,
Mientras la respiración (prāṇa)
sea irregular, la mente permanecerá inestable; cuando la respiración se calme
la mente permanecerá inmóvil y el yogui logrará estabilidad. Por consiguiente,
se ha de controlar la respiración (con la práctica del prāṇāyāma
(2.2).
Hay vida mientras haya respiración (prāṇa).
Si la respiración (prāṇa) cesa, el cuerpo muere. Por
consiguiente, hay que practicar prāṇāyāma (2.3).
Antes
de describir las distintas técnicas de control, el sabio Gheraṇḍa
acentúa la importancia de una dieta y un entorno adecuados. Entre otras
recomendaciones, el yogui debe iniciar estas prácticas en primavera o en otoño,
cuando no hace excesivo calor o frio. También se enfatiza la importancia de
purificar previamente los conductos sutiles del prāṇa (nāḍīs),
los canales a lo largo de los cuales fluye la fuerza vital.
En
el capítulo quinto del Gheraṇḍasaṃhitā
se describen ocho tipos de control respiratorio, denominados técnicamente “retenciones”
(kumbhakas).
El
Haṭhayogapradīpikā también describe ocho técnicas de
respiración en su capítulo segundo.
— Meditación.
En
el Haṭha Yoga y en el Tantrismo en general, se identifica
meditación (dhyāna) con visualización.
El
Gheraṇḍasaṃhitā (6.1) habla de tres tipos
de dhyāna:
— Visualización sobre un objeto “tosco”
(sthūla), por ejemplo, la visualización detallada de una deidad.
— Visualización sobre un objeto “sutil”
(sūkṣma), por ejemplo, la visualización de lo Absoluto en la
forma de punto original del universo (bindu), tal como lo describe el Tantrismo.
— Contemplación de lo Absoluto como
luz (jyotiṣ).
En
los dos últimos casos la atención es sencillamente introvertida sobre la
esencia interior (ātman), logrando cierto grado de conciencia
unitiva. Generalmente, se explica este proceso en términos del despertar de kuṇḍalinī
que, ascendiendo por el canal central (suṣumṇā), se
une finalmente con el si-mismo-esencial en la cima de la cabeza.
— Énstasis.
La
ascensión de kundalini a la cima de la cabeza representa la unión
enstática o transcendental (samādhi) de la conciencia individual
del yogui con la conciencia universal, que es el séptimo y último paso del Haṭha
Yoga.
En
el Gheraṇḍasaṃhitā (7.3-4) se describe
este paso. Igualmente, en el Haṭhayogapradīpikā
(4.5-7) se encuentran varias explicaciones útiles.
Los
estados de samādhi descritos en estos textos se refieren a los
estados superiores de énstasis, es decir, a la realización última o perfecta
identidad con la Realidad transcendental. Se trata del nirvikalpasamādhi
(énstasis sin forma), sinónimo de la liberación o iluminación espiritual.
Por
tanto, después del arduo y largo viaje, el haṭha yogui disfruta de
la misma condición de simplicidad máxima a la que aspira también el Rāja
yogui.
El
Haṭha Yoga intenta purificar el sistema nervioso y fortalecer el
cuerpo a semejante grado que el haṭha yogui logra un estado de
liberación ante el calor y el frío, el dolor y el placer, e incluso el hambre y
la sed. El experto haṭha yogui puede permanecer sin comida o sin
agua durante periodos de tiempo inalcanzables por el ser humano no entrenado.
La tradición del Haṭha Yoga también reclama que sus seguidores
pueden lograr importantes siddhis, como la habilidad de caminar sobre el
agua o de volar por el aire.
La
ventaja de la práctica del Haṭha-Yoga es que transforma el cuerpo
humano ordinario en un contenedor poderoso con gran vitalidad y una larga vida.
De esta manera, el aspirante no interrumpe su sādhana por
enfermedad o por incomodidad física. En consecuencia, extendiendo el periodo de
vida el aspirante tendrá, en teoría, bastante tiempo para completar su camino
de práctica espiritual. Algunas escuelas buscan incluso desarrollar un cuerpo
físico o super físico capaz de la inmortalidad corporal.
La
desventaja de la práctica del Haṭha Yoga es, como en el Rāja
Yoga, un asunto de cantidad más que de calidad. El Haṭha Yoga
puede realmente conducir a una persona a la iluminación, pero sus exigencias
son inadecuadas para todos excepto para aquéllos que están dispuestos a
comprometerse en una severa disciplina. El verdadero haṭha yogui
debe vivir en aislamiento de la sociedad ordinaria y debe emprender prácticas
radicales que exigen ayunos y austeridades potencialmente peligrosas. Su sādhana
le ocupará la mayor parte del día y la noche, dejando poco tiempo para
otras actividades. Si la tradición del Haṭha Yoga todavía se
practica en su forma auténtica, está teniendo lugar en regiones remotas de
áreas salvajes, inaccesible al curioso o poco comprometido.
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