Mantra
Yoga: El yoga del sonido sagrado
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Introducción y orígenes
El Mantra
Yoga ha sido una parte de la tradición yóguica desde los tiempos védicos.
Este tipo de yoga se refiere, fundamentalmente, al poder del sonido o la
vibración, soporte final de la materia.
El
Mantra-Yoga (la vía del sonido transformador) es un aspecto integral del
Tantra, pero también puede considerarse como una vía aparte. A menudo se
considera como la menos compleja de todas las formas de yoga, pues no requiere
prácticas complicadas. La esencia del Mantra Yoga es la recitación
regular y prolongada (japa) de uno o más sonidos de poder (mantra),
que despiertan los cakras y el poder serpentino.
El
Yoga Tattva Upaniṣad (21ss.) lo define como la recitación de
mantras hechos de “matrices” (mātrikas), es decir, de los
sonidos básicos del alfabeto sánscrito. Se considera que esta disciplina es
adecuada para el practicante de nivel intermedio que aún no ha profundizado
mucho en las profundidades de la vida espiritual. Con su práctica durante doce
años, poco a poco conducirá hacia la sabiduría (jñāna) y a la
consecución de los clásicos poderes paranormales (siddhi).
La
práctica de la recitación mántrica es uno de los componentes más antiguos del
yoga. El yoga de la recitación de sonidos místicos tiene sus raíces en las
palabras de la magia arcaica, lo cual resulta evidente en el Ṛg Veda,
cuyos mantras poseen cualidades mágicas. Las especulaciones del Tantra
sobre el sonido y la transcendencia son sumamente antiguas y fueron
prefiguradas por la noción védica de vāc, discurso divino. En el Ṛg-Veda
(10.125.3-5), el vāc se personifica como la Diosa que profiere
palabras sagradas. La recitación de mantras es un ingrediente importante
en el culto de sacrificio, convirtiéndose en una auténtica ciencia en manos de
los brahmanes, pues los poderes invisibles deben ser venerados e
invocados con precisión a menos que se vuelvan contra los oficiantes.
Aunque
los mantras mantuvieron su carácter original como herramientas mágicas
para lograr los deseos personales, en la tradición del yoga adquirieron una
nueva función: ayudar a la maduración espiritual del yogui. en otras palabras,
los mantras se convirtieron en instrumentos para la autorrealización.
Tantrismo y Mantra Yoga
El
Mantra Yoga como rama independiente del yoga es, sin embargo, un
desarrollo relativamente tardío en su larga historia. Su aparición se conecta
estrechamente con la emergencia del Tantrismo. Se hallan referencias en
numerosas escrituras de este movimiento cultural. También hay numerosas obras
que tratan específicamente del Mantra Yoga, especialmente el Mantra
Mahodadhī, el Mantra Yoga Saṃhitā, el Mantra
Mahārnava, el Mantra Mukta Āvalī, el Mantra
Kaumudī y el Tattva Ānanda Taranginī.
Según
el Mantra Yoga Saṃhitā, en el Mantra Yoga hay dieciséis
etapas o miembros (aṅga):
v Bhakti, o
devoción, que posee tres aspectos: devoción ritual (vaidhibhakti)
o adoración ceremonial; devoción que comprende el apego (rāgātmikabhakti);
suprema devoción (parabhakti).
v Śuddhi, o
purificación, que consiste en la limpieza ritual de cuerpo y mente utilizando
un entorno (deśa) consagrado especialmente para la práctica,
mirando en la dirección correcta durante la recitación.
v Āsana o
postura.
v Pañcāṅgasevana, o “práctica
de los cinco pasos”, que consiste en la práctica diaria de la lectura del Bhagavad
Gītā y el Sahasra Nāma y en la recitación de
canciones de alabanza, protección y apertura del corazón.
v Ācara, o
conducto, que es de tres tipos: divino (divya), de la “mano izquierda” (vāma)
inmerso en la actividad mundana, y de la “mano derecha” (dakṣiṇa)
inmerso en la renunciación.
v Dhāraṇā o
concentración.
v Divyadevasevana, o “práctica
en el espacio divino”, que consta de dieciséis prácticas que convierten un
lugar concreto en un espacio (deśa) consagrado adecuado para la
recitación mántrica.
v Prāṇakriyā, o
respiración ritual, que es el sacrificio de la propia respiración en la divina
y se acompaña de distintos ritos que incluyen la colocación (nyāsa)
de la fuerza vital (prāṇa) en diferentes partes del cuerpo.
v Mudra, o sello,
que consta de una variedad de gestos de las manos que sirven para concentrar la
mente.
v Tarpana, o
satisfacción, que es la práctica de ofrecer libaciones de agua a los poderes
invisibles para buscar su disposición favorable.
v Havana, o
invocación, que es la invocación de la divinidad personal (iṣṭadevatā)
mediante mantras.
v Bali, u
ofrenda, que consiste en la donación de regalos de fruta o flores a la deidad
personal.
v Yāga, o
sacrificio, que puede ser externo o interno, siendo este último superior al
primero.
v Japa, o
recitación.
v Dhyāna, o
meditación.
v Samādhi, o
énstasis, denominado también la “gran condición” (mahābhāva)
en la cual la mente se disuelve en lo Divino.
Resulta
claro que el Mantra Yoga es marcadamente ritual, reflejando no solo sus
orígenes en el culto sacrificial de la antigua India, sino también su
proveniencia tántrica.
Materia y Energía
Por
otro lado, la ciencia moderna y el antiguo Tantra están realmente de
acuerdo: El universo es un océano de energía. En lo que difieren es en cómo debe
entenderse este hecho. El acercamiento Tántrico afirma que este hallazgo tiene
implicaciones muy personales. Si la materia puede reducirse a energía, entonces
el cuerpo-humano como producto del cosmos-material es igualmente energía a un
nivel más primario aún. Tal como los Tantras insisten, la energía y la
conciencia están finalmente unidas como los dos polos de la misma Realidad, Śiva-Śakti.
Por consiguiente, el cuerpo humano es, en un análisis final, no solo la materia
inconsciente sino una manifestación de la Energía supraconsciente.
Esta
visión tiene ramificaciones prácticas de gran alcance para cada persona. Pues,
si el cuerpo no es solo la envoltura del alma inmaterial sino una realidad
vibrante bañada con la misma Conciencia que también anima a la mente, entonces
debemos dejar de considerar el cuerpo como un objeto exterior completamente
distinto de nuestro ego consciente. La separación habitual entre el cuerpo y la
mente no sólo está injustificada, sino que perjudica al tipo de totalidad que
los buscadores espirituales aspiran. Para exponerlo en términos tradicionales,
el cuerpo es el templo de lo Divino. Es la base para comprender la unidad
esencial de todo; es el trampolín a través del cual podemos lograr la
iluminación.
El sonido primordial
Como
afirma el Śāradā Tilaka Tantra (1.108),
Kundalini es el sonido
absoluto (śabda-brahman). El sonido absoluto es el silencioso absoluto
(a-śabda-brahman) personificado a nivel de sonido cósmico (śabda).
El
Mantra-Yoga-Saṃhitā (3) añade esta
explicación:
Dondequiera que haya
actividad, ésta se conecta inevitablemente con vibración. De forma semejante,
dondequiera que haya vibración en el mundo, ésta se asocia invariablemente con
el sonido (audible o inaudible).
Debido a la diferenciación
que tiene lugar en el momento inicial, la creación también es vibratoria. El
sonido producido entonces es el praṇava que tiene la forma del auspicioso
om-kāra.
El
Śāradā Tilaka Tantra (1.108) continúa describiendo el
proceso cosmogónico en términos de producción de sonido como sigue:
De la suprema Śakti —pura
conciencia combinada con el factor de lucidez (sattva)— surge el sonido más
sutil (dhvani) que se distingue por la superioridad de los factores de lucidez y
dinamismo (rajas). A partir de dhvani se desarrolla el sonido sutil (nada),
caracterizado por una mezcla de los factores de lucidez, dinamismo e inercia
(tamas). Este sonido sutil, a su vez, da lugar a la energía de restricción
(nirodhikā) que tiene un exceso del factor de inercia. Este principio
óntico emana de la "media luna" (ardhendu), que a este nivel inferior
muestra de nuevo un predominio del factor de lucidez. De él surge el punto
original vibratorio (bindu), la fuente primera de todas las letras y palabras.
Éstas forman mantras que son así manifestaciones o vehículos de Śakti.
Esta
escritura (1.8) explica más adelante que el bindu se compone de tres
partes: nada, bindu, y bīja. La primera parte tiene
un predominio de Conciencia (Śiva), en la segunda predomina la
Energía (Śakti), y en la tercera hay una presencia igual de
Conciencia y Energía. Estas consideraciones esotéricas sobre la evolución del
sonido permanecen relativamente incomprensibles fuera de la práctica Tántrica.
Al
contrario de los sonidos que podemos oír con nuestros oídos, el sonido cósmico
es incausado. Es una vibración infinita (spanda) que es co-extensiva con el mismo universo y sólo comprensible en
meditación profunda cuando se han dejado fuera de funcionamiento los sentidos y
la mente. El sonido primordial se representa simbólicamente por la sílaba
sagrada om. Aunque no mencionada directamente en el Ṛg Veda,
el sonido om —también llamado praṇava y udgītha— se
indica en varios himnos. Se menciona por primera vez en el Śukla Yajur
Veda (1.1).
Mas
tarde, en la era de los Upaniṣads, llegó a ser explicado como
consistiendo de tres sonidos constitutivos: a, u y m.
Según el Māṇḍūkya Upaniṣad (9-12), éstos
representan los tres estados de vigilia, sueño con ensueños y sueño profundo.
Más allá de éstos está el " cuarto" (turīya) que es la
condición de vigilia absoluta a lo largo de todos los estados de conciencia. Es
el propio Ser-Consciencia en sí. Las escrituras subsecuentes han desarrollado
este simbolismo, agregando los elementos de nada (sonido sutil) y bindu
(semilla-punto, cero-dimensional).
Niveles y evolución del sonido
Los
distintos modelos que describen la evolución de sonido o vibración tienen en
común la idea de que hay tres niveles, por lo menos, en los que existe el
sonido. Las escrituras de tántricas distinguen entre:
v Paśyantīvāc
("discurso sutil") —la forma más sutil de sonido perceptible sólo a
la intuición;
v Madhyamāvāc
("discurso intermedio") — sonido a un nivel sutil de existencia, que
es la voz del pensamiento;
v Vaikharīvāc
("discurso manifiesto") —el sonido audible transmitido a través de la
vibración del aire.
Más
allá de estos tres niveles se halla el transcendental denominado parāvāc
o "discurso supremo", que es Śakti en unión perfecta con Śiva.
Es el sonido silencioso.
Los
tres niveles de sonido corresponden a las tres formas o niveles del poder de la
serpiente:
v Ūrdhvakuṇḍalinī
("serpiente
superior") que es la kundalini especialmente activa en el
ājñācakra y tendiendo a ascender hacia el loto de mil pétalos en la
cima de la cabeza;
v Mādhyākuṇḍalinī
("serpiente
media") que es el poder de la Diosa activo en la región del corazón y
capaz de ascender o descender;
v Adhaḥkuṇḍalinī
("serpiente
más baja") que es la energía psico-espiritual asociada principalmente con
los tres cakras más bajos.
En
su aspecto divino, el poder de la serpiente es conocido como parā-kundalini,
o śakti. Desde la perspectiva de la filosofía tántrica, cada
forma o aspecto del universo es una manifestación de ese Poder último y un
símbolo de él mismo. En términos de física cuántica contemporánea, el
"lenguaje energético" del Tantra tiene hoy en día más sentido
que quizás el que tuvo en el momento de su creación hace más de dos mil años.
En
su pasaje ascendente a través de la senda axial del cuerpo, el poder de la
Diosa disuelve los cakras paso a paso. Esto también puede entenderse en
términos sónicos. Según descripciones casi idénticas encontradas en varios Tantras,
cuando la kuṇḍalinī deja el cakra de la base,
captura las energías fundamentales inscritas en los cuatro pétalos de mūlādhāracakra.
Procede entonces hacia el segundo cakra donde capta las seis energías
inscritas en sus pétalos, y así sucesivamente. Finalmente, las energías de las
letras del ājñācakra se disuelven en el punto transcendental
junto con el propio cakra. Cuando las cincuenta letras del alfabeto, o
vibraciones básicas, se disuelven así, tiene lugar la iluminación.
El
Śāradā-Tilaka-Tantra (5.121-132) describe una forma de
iniciación (dīkṣā) en la que el maestro entra en el
cuerpo del discípulo y realiza este proceso por él. Esto también se conoce como
vedha-dīkṣā o "la iniciación a través de la
penetración".
Naturaleza de los mantras
Las
cincuenta letras (varṇā) del alfabeto sánscrito que en cierto
modo representan el cuerpo de kundalini, se llaman "matrices"
(mātrikā) —término que también puede significar "pequeñas
madres”. Ellas son los “úteros” de todos los sonidos que constituyen
el idioma y se incluyen en el sonido sutil (nada). Estas letras no sólo
producen palabras sagradas sino también los sagrados sonidos denominados mantras.
Un mantra puede consistir en una sola letra, una sílaba, una palabra o
incluso una frase entera. Así la vocal a, la sílaba āh, la palabra aham
("yo"), o la frase śivo'ham ("yo soy Śiva,"
consistiendo de śivaḥ y aham) puede servir como mantra.
Además, se ha mantenido tradicionalmente que los cuatro vedas (Ṛg-Veda,
Yajur-Veda, Sāma-Veda y Atharvā-Veda) consisten
sólo de mantras, pues todos los himnos han sido revelados por videntes (ṛṣi).
La
palabra mantra está compuesto de la raíz verbal man ("pensar")
y el sufijo tra (indicando instrumentalidad).
Así un mantra es literalmente un instrumento del pensamiento. En el
comentario de Vimarśinī sobre el Śiva-Sūtra
(1.1.), Kṣemarāja explica que
un mantra es aquello por lo
cual se considera que la propia naturaleza se refleja interior o secretamente
como la naturaleza del Señor supremo.
Esta
interpretación se centra en la conexión entre mantra y manana
("pensando, considerando, reflejando"). Según otra etimología
tradicional, el mantra recibe su nombre de proporcionar protección (trāṇa)
para la mente (manas).
Significado
Lejos
de ser sílabas sin sentido, los mantras son fuerzas creativas que actúan
directamente sobre la conciencia. Pero para que un sonido tenga potencia
mántrica se debe de haber transmitido por un iniciado. En otras palabras, el
famoso sonido om, por si mismo, no es más
mantra que la palabra "perro". Adquiere poder mántrico sólo
cuando ha sido potenciado por un adepto y se ha transmitido correctamente a un
discípulo. Éste es un punto sumamente importante que generalmente resulta
desconocido a los buscadores Occidentales.
La
práctica exitosa del mantra no sólo depende de la apropiada iniciación
sino también de comprender la esencia que hay detrás del sonido.
Un
mantra debe despertarse (prabuddha) para liberar su poder
inherente. Esto también se conoce como "conciencia mántrica" (mantra—caitanya),
que va más allá del sonido audible hasta el nivel de poder psico-espiritual mismo.
Un
mantra falto de "conciencia" es exactamente igual que
cualquier otro sonido. Como el Kulārṇava-Tantra (15.61-64)
afirma:
Se dice que los mantras sin
conciencia son nada más que letras. No producen ningún resultado incluso
después de un billón de recitaciones.
El estado que se manifiesta
rápidamente cuando el mantra se recita (con "conciencia") no se
obtiene con cien, mil, cien mil, o diez millones de recitaciones (sin
"conciencia").
De repente, Kula
īśvarī atraviesa los nudos en el corazón y la garganta, todos
los miembros se vigorizan, se derraman lágrimas de alegría, se entra en éxtasis
corporal y el discurso es estremecedor...
... cuando se profiere un
mantra dotado de conciencia, aunque solo sea una vez. Donde se observan tales
señales, él (el mantra) se pronuncia de acuerdo a la tradición.
Un
mantra debe repetirse miles de veces para “fortalecerle” —una técnica
denominada puraścaraṇa ("práctica preliminar").
Como el Śrī-Tattvacintāmaṇi (20.3-4) afirma:
Así como el cuerpo es
incapaz de actuar sin la psique, así también se dice de un mantra sin la
práctica preliminar.
Por consiguiente, el más
aventajado de los practicantes debe emprender primero la práctica preliminar.
Sólo a través de tal aplicación puede controlar la deidad (de un mantra).
La
última estrofa contiene una explicación sobre la diferencia entre un mantra
y un sonido ordinario. Mientras todos los sonidos son en último término
manifestaciones del Poder divino, los mantras son como expresiones
concentradas de śakti. Esto les proporciona su particular potencia
y utilidad en el camino espiritual. La idea de poner una deidad bajo control
puede parecer extraña o incluso ofensiva a los oídos occidentales, pero según
el Tantra estas deidades (devatā), en un último análisis,
son nada más que elevadas formas de energía psico-espiritual. Puesto que son
fuerzas inteligentes y parecen tener un centro personal, los practicantes
tántricos se refieren a ellas con el apropiado respeto y devoción. Entienden,
sin embargo, que estas deidades-energías son su propia y auténtica naturaleza,
el si-mismo-esencial. Poner una deidad bajo control significa ser capaz de
utilizar su energía específica para el proceso espiritual o incluso para fines
mundanos.
El
Mantra-Yoga-Saṃhitā contiene información detallada sobre como
seleccionar un mantra para un discípulo, días favorables y desfavorables
para impartir un mantra y las numerosas ventajas de la práctica
mántrica. Los mantras pueden emplearse tanto para la liberación como para
otros propósitos secundarios, como combatir la enfermedad o las influencias
malignas, o para ganar riqueza y poder. La mayoría de los practicantes más
avanzados rechazan utilizar mantras para algo distinto de la gran meta
humana (puruṣa-artha) que es la liberación. En los rituales
tántricos, se usan mantras para purificar el altar, el asiento propio,
los instrumentos como vasos y cucharas para ofrendas, las propias ofrendas (es
decir, flores, agua y comida), para invocar a las deidades y protectores, y así
sucesivamente. Incluso, la ciencia del sonido sagrado (mantra-śāstra)
se ha utilizado ampliamente desde tiempos antiguos también para uso del seglar.
En este caso, los mantras asumen el carácter de hechizos mágicos en
lugar de sagradas vibraciones al servicio de la auto-transformación y
auto-transcendencia.
El
Kulārṇava-Tantra (15.65-70) menciona sesenta defectos que
pueden hacer inútil la práctica del mantra. Para remediar estas
limitaciones, el Śāradā-Tilaka-Tantra (2.111) recomienda
la práctica del yonimudrā. Esta técnica que es bien conocida en las
escrituras del Haṭha Yoga, se realiza contrayendo los músculos del
perineo para hacer que la energía vital ascienda. Además, el practicante
tántrico debe visualizar las cincuenta letras del alfabeto ascendiendo desde el
centro psico-espiritual en la base de la columna hasta el cakra situado
en la cima de la cabeza. Este texto (2.112ss.) da una alternativa a esta
práctica que también puede encontrarse en el Kulārṇava-Tantra
(15.71-72).
Tipos de mantras
Los
mantras que poseen una concentración de energía son conocidos como
"sílabas de semilla" (bīja). Om es la sílaba de
semilla original, la fuente de todos los demás. El Mantra-Yoga-Saṃhitā
(71) lo llama el "mejor de todos los mantras", agregando
que todos los demás reciben su poder de él. Así el om se añade como
prefijo o sufijo a numerosos mantras:
v Om manaḥ
śivāya.
"Om. Homenaje a Śiva".
v Om namo
bhagavate.
"Om. Homenaje al Señor (Kṛṣṇa o Viṣṇu)".
v Om namo gaṇeśāya. "Om.
Homenaje a Ganesha (el cabeza de elefante)".
v Om namo
nārāyaṇāya. "Om. Homenaje a Nārāyaṇa
(Viṣṇu)".
v Om
bhūr bhuvaḥ svaḥ tat savitur vareṇyaṃ bhargo
devasya dhīmahi dhiyo yo naḥ pracodayāt. "Om.
Tierra. Región-media. Cielo. Permítasenos contemplar el máximo esplendor de Sāvitrī,
para que Él pueda inspirar nuestras visiones." (Éste es el famoso gāyatrī-mantra
védico.)
v Om
śānte praśānte sarva-krodha-upasāmāni
svāhā.
"Om. ¡En paz! ¡Pacíficamente! ¡Toda cólera debe ser
dominada!".
v Om sac-cid-ekam brahma. "Om. El particular
Ser-Consciencia, el Absoluto".
El
Mahānirvāṇa Tantra (3.13) considera el último brahma—mantra
mencionado como el más excelente de todos los mantras, que rápidamente
proporciona no sólo liberación sino también virtud, riqueza y placer. Es conveniente
para todos los practicantes y, como afirma esta escritura (3.24):
"simplemente recibiendo el mantra, la persona se llena del
Absoluto".
Durante
muchos siglos, los maestros tántricos y védicos han concebido, o más bien
visionado, las numerosas energías básicas además del om. Estas
sílabas-semilla (bīja), como se llaman, pueden usarse por sí mismas
o, más normalmente, junto con otros sonidos de poder que forman una frase
mántrica. Según el Mantra-Yoga-Saṃhitā (71), hay ocho bīja-mantras
primarios que son útiles en todo tipo de circunstancias pero que sólo revelan
su misterio más profundo al yogui:
v aimgurubīja (la
sílaba-semilla del maestro), también llamada vahni-jāyā (la
esposa de Agni);
v hrīmśaktibīja (la
sílaba-semilla de Śakti), también llamada māyā-bīja;
v klīmkāmabīja (la
sílaba-semilla del deseo);
v krīmyogabīja (la
sílaba-semilla del yoga), también llamado kāli-bīja;
v shrīmramabīja (la
sílaba-semilla del deleite); Ramā es otro nombre para Lakṣmī,
la Diosa de la Fortuna; por ello, esta sílaba-semilla también es conocida como lakṣmībīja;
v trīmtejabīja (la
sílaba-semilla del fuego);
v strīmśāntibīja (la
sílaba-semilla de la paz);
v hlīmrakṣābīja (la
sílaba-semilla de protección).
Otras
escuelas o textos proporcionan nombres diferentes para estos ocho bījas
primarios. Algunas otras sílabas-semilla muy conocidas son lam, vam,
ram, yam, ham (todas asociadas con los cinco elementos y
los cinco cakras más bajos), hum, hūṃ y phaṭ.
Recitación
Cuando
un practicante ha recibido un mantra de boca de un iniciado y sigue
todas las instrucciones que se proporcionan para su correcta pronunciación, se
puede estar seguro del éxito. Concentración, regularidad y un gran número de
repeticiones (japa) del mantra son los tres requisitos más importantes.
Hay también, ciertos lugares sagrados donde la práctica del mantra se
considera muy adecuada. Según el Kulārṇava-Tantra (15.25), japa
cerca del propio maestro, de un brahmín, de una vaca, de un árbol, del
agua o del fuego sagrado es particularmente adecuado (véase el artículo: Japa
Yoga).
Veintiuna,
108, o 1008 repeticiones son consideradas adecuadas. Pero para que el mantra
despliegue toda su potencia (vīrya), pueden ser necesarias cientos
de miles de repeticiones. Una vez haya ocurrido esto, sin embargo, incluso una
sola pronunciación del mantra permitirá disponer de todo su poder. En la
práctica, después de un rato, el mantra se recita espontáneamente, y su
poder intrínseco puede sentirse como una carga de energía en el propio cuerpo.
Esto es a-japa-japa, o "recitación no recitada" —también
conocida como el haṃsa-mantra— que es más que el "eco"
mental que ocurre cuando repetimos una palabra una y otra vez. No es solo una
fisura mental causada por la repetición verbal sino un estado de transformación
mental energético.
Es
importante registrar el número de repeticiones. Esto se hace generalmente por
medio de un rosario (mālā). Los rosarios pueden consistir en
15, 24, 27, 30, 50 ó (normalmente la mayoría) 108
cuentas (más "la cuenta maestra", representando al propio guru
o la Montaña Meru, un símbolo del canal central). El número 108 se
considera sagrado y afortunado en la India desde tiempos muy antiguos. Se han
ofrecido varias interpretaciones para este número altamente simbólico, pero
probablemente la explicación mas correcta sea la
astronómica (ya en la era védica, los sabios eran conscientes del hecho de que
la distancia promedio de la luna y también del sol a la tierra era 108 veces
sus diámetros respectivos).
El
rosario se llama normalmente akṣa-mālā que
corresponde al varṇā-mālā o "la guirnalda
de letras" del idioma sánscrito. La palabra sánscrita akṣa
significa "ojo", pero en el presente contexto se refiere a las
letras a y ksha, las equivalentes sánscritas del alfa y omega
griegos. Así el rosario (de cincuenta cuentas) representa el alfabeto entero.
Las cuentas pueden hacerse de sándalo, cristal, conchas, coral, o en la mayoría
de los casos de rudrākṣa (el ojo de Rudra) que es la
multifacética semilla del sagrado árbol azul de Śiva. El Mantra-Yoga-Saṃhitā
(76) menciona todos los materiales que pueden usarse para hacer un rosario.
Como cualquier objeto ritual, el rosario debe purificarse también antes del
uso. El Mahānirvāṇa-Tantra (6.171b-172a) proporciona el mantra
adecuado siguiente para este propósito:
¡Oh, rosario! ¡Oh, rosario!
¡Oh, gran calculador! Eres la esencia de todo poder.
En Ti se encuentran las
cuatro metas [prosperidad material, placer, moralidad y liberación]. Por
consiguiente, concédeme todo el éxito.
Otra
manera tradicional de contar el número de repeticiones es con los dedos de la
mano. Son conocidos distintos métodos y algunos son específicos a ciertos mantras.
Según el Mantra-Yoga-Saṃhitā (75), no se considera favorable
contar con la punta de los dedos, debiendo utilizar solo las falanges.
Un
mantra debe recitarse con la entonación correcta, tal como se aprende
del maestro, y también al ritmo apropiado. Como advierte el Kulārṇava-Tantra
(15.55), si se repite demasiado rápido, hay peligro de enfermedad; si se
recita demasiado despacio, sin embargo, disminuirá la energía. En cualquiera de
estos casos, el japa será "inútil como el agua en un vaso roto".
Puesto
que los mantras deben recitarse numerosas veces durante muchas horas
todos los días antes de que puedan dar fruto, es fácil para un practicante
cansarse. En ese caso las escrituras recomiendan normalmente cambiar del japa
a la meditación. Entonces nuevamente, cuando la mente esta exhausta de la
meditación, hay que volver a recitar el mantra con renovado vigor y
entusiasmo.
Los
mantras no sólo pueden decirse o recitarse mentalmente, sino que también
pueden escribirse en papel, metal, tela u otros materiales. Esta técnica es
conocida como likhita-japa que, en palabras de Swami Sivananda Radha, "trae
paz, equilibrio y fuerza interior". Como con todas las prácticas del
yoga, el éxito en la recitación del mantra depende sobre todo de la
motivación y dedicación del practicante.
El
Mantra Yoga se hizo famoso en occidente con Maharishi
Mahesh Yogi, el fundador de la Meditación
Transcendental (MT).
Abhāva | Adhyātma | Agni | Anna | Aṣṭāṅga | Asparśa | Bhakti | Bhāva | Buddhi
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