Nyāsa
Yoga: El yoga de la proyección mental
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Nyāsa es colocar
la atención mental en un punto donde objeto y sujeto se funden.
En
los Yogasūtras, nyāsa y saṃyama son
sinónimos (III.25).
En
otros contextos, especialmente en el tantrismo, nyāsa se
refiere a una variedad de ritos establecidos para asimilar gradualmente el
cuerpo del practicante al cuerpo de la divinidad personal o del maestro,
tocando ciertas partes del cuerpo y recitando al mismo tiempo los mantras
adecuados.
Generalmente,
estos ritos son precedidos por la purificación de los elementos (bhūtaśuddhi):
a medida que el poder serpentino (kuṇḍalinīśakti)
asciende desde el centro raíz hasta la cima de la cabeza, el pensamiento se
centra en disolver sucesivamente los cinco elementos (bhūta),
mediante un retiro progresivo de la conciencia de las partes del cuerpo que
conlleva una sensación de frialdad e insensibilidad en el tronco y los
miembros. Se disuelve de forma gradual el elemento dominante de cada cakra.
Así, cuando se alcanza el ājñācakra, kundalini ha
disuelto sucesivamente los cinco elementos: tierra, agua, fuego, aire y éter. A
nivel mental, esta alquimia espiritual tiene un efecto paralelo hasta que la
progresión de kundalini alcanza el sahasrāracakra, donde la
mente se disuelve temporalmente en el estado de énstasis sin forma (nirvikalpasamādhi)
y cesa completamente la conciencia de separatividad del yogui con respecto a su
entorno. Su conciencia de identidad descansa ahora en la omni-identidad del
si-mismo-transcendental, en una bienaventuranza indescriptible.
A
un nivel más inferior, en el ritual de bhūtaśuddhi los
elementos materiales se disuelven simbólicamente. El propósito de esta
purificación es convertir al cuerpo en un templo listo para recibir la deidad
personal (iṣṭadevatā). Se trata de un ritual preliminar
a la adoración de la deidad personal en el contexto del estilo de vida
tántrico.
Los
rituales se practican por orden, tal como se describe en el Mahānirvāṇa
Tantra (5.93ss.). En esencia, se visualiza todo el proceso de creación de
los elementos en orden inverso. De esta forma, el yogui visualiza el elemento
más bajo, la tierra, asociado con el centro situado en la base de la columna;
éste se disuelve en el elemento agua, en el segundo cakra, que a su vez
se disuelve en el elemento fuego en el centro del ombligo; seguidamente, se
disuelve éste en el elemento aire, en el corazón; y, éste a su vez, en el
elemento éter en la garganta; finalmente, el éter se disuelve en el espacio
infinito de la conciencia, en la cima de la cabeza. Entonces, se dice que el
cuerpo-mente del practicante está totalmente purificado.
Este
ritual se sigue normalmente de otra serie de prácticas de fusión (nyāsa)
por medio de las cuales el cuerpo se convierte poco a poco en un templo o
espacio sagrado, listo para recibir el Gran Ser bajo la forma de la deidad
personal.
1. Jīvanyāsa, la
infusión de la vida (jīva) de la deidad en el propio cuerpo, es el
primer paso del ritual. El yogui asimila la fuerza vital de la deidad personal.
Se realiza tocando ciertas partes del cuerpo que se fortalecen al transmitirse
de esta forma la energía de la deidad.
2. Mātrikānyāsa
se efectúa seguidamente. Las letras del alfabeto sánscrito, “matrices” o
“pequeñas madres” (mātrikā), son la raíz de todos los mantras,
el producto del sonido primordial (śabda) del Absoluto. En los
dibujos de los lotos que representan los centros energéticos del cuerpo (cakra),
las letras del alfabeto se inscriben normalmente en los pétalos. Se imaginan
las distintas partes del cuerpo de la deidad formadas por las letras del
alfabeto y se visualizan las cincuenta letras sánscritas en el cuerpo del
yogui, adquiriendo así el poder divino.
3. Ṛṣinyāsa:
a continuación, otro ritual similar en el que el practicante saluda a las
distintas deidades asociadas con las distintas partes del cuerpo.
4. Ṣaḍaṅganyāsa,
tiene dos aspectos: la imposición de los seis miembros (aṅganyāsa),
consiste en colocar las manos en seis partes del cuerpo para potenciarlas; y,
la imposición de las manos (karanyāsa), que se efectúa de la misma
forma, pero utilizando solo la punta de los dedos y las palmas de las manos.
En
todos los rituales se entremezclan prácticas de visualización, denominadas dhyāna,
generalmente de la deidad o de su morada celestial.
Todo
esto es un asunto de energía sutil que el adepto experimenta para identificarse
con la deidad de su elección. Se piensa que cada deidad representa una cualidad
energética concreta. Esta práctica tántrica se combina con la recitación de
gran cantidad de mantra, la regulación de la respiración y una intensa
concentración.
En
resumen, nyāsa es un medio esotérico para la distribución del poder
psicoespiritual (śakti) en el cuerpo, creando de esta forma una
realidad nueva, interna y externa, de uno mismo.
© Yogadarshana – Yoga y Meditación