Sahaja
Yoga: El yoga de la espontaneidad
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Sahaja significa
“innato”, “espontaneo”; es un término compuesto por saha (junto) y ja
(nacer), que literalmente quiere decir “nacido junto” o “co-emergente”. El
significado de sahaja ha derivado hacia “espontaneidad”, el acercamiento
natural a la existencia previo a la interferencia del pensamiento. Esta noción
hace referencia a las ideas básicas del Sahaja Yoga:
v La
liberación no es algo externo a nosotros mismos sino nuestra auténtica
condición.
v La
realidad fenoménica (saṃsāra) surge de forma simultánea en y
dentro de la Realidad transcendental (nirvāṇa).
v La mente
condicionada y el estado de iluminación no son dos principios que se excluyan
mutuamente.
De
acuerdo a esta enseñanza, la verdadera espontaneidad o naturaleza es una
expresión de la Realidad y la iluminación esta siempre al alcance de la mano.
Los adeptos a esta corriente contemplan la doctrina de la identidad entre el
mundo condicionado y la Realidad última de la forma más literal posible. No se
prescribe ningún método ni objetivo alguno, pues desde el punto de vista de la
espontaneidad (sahaja), nunca estamos realmente separados de la
Realidad. Nuestro nacimiento, toda la aventura de la vida y también nuestra
muerte, se representan contra el eterno telón de fondo de la Realidad. Somos
como peces que no están conscientes de mantenerse nadando en el agua. El sahaja
yogui vive desde el punto de vista de la iluminación, de la Realidad.
Cuando respira, piensa, ama u odia es lo Divino lo que respira, piensa, ama u
odia en él.
El
movimiento Sahajīya se desarrolló dentro de la tradición viṣṇuita
medieval originada en Bengala y se asoció con el Budismo
Mahāyāna por un
lado y con el Tantra hindú por otro. Tal como sugiere el nombre, este
movimiento se dedicó a cultivar el estado sahaja, sobre todo mediante la
transformación de la energía sexual (rati) en felicidad transcendental (ānanda
o mahāsukha). El yoga, mediante una forma de Bhakti Yoga
erótico-espiritual, jugó un papel importante en este movimiento. La idea de placer
sexual con una mujer distinta de la propia esposa (parakīyarati) es
lo que mejor expresa el espíritu de las enseñanzas sahajīya.
El
sahajasamādhi (énstasis espontáneo o natural) se explica en el Tripura
Rahasya (17.107), un notable texto vedānta, como la realización
del ininterrumpido énstasis transconceptual (nirvikalpasamādhi)
mientras permanece el compromiso con la actividad externa. El énstasis
supraconsciente (asaṃprajñātasamādhi), que es el término
del yoga para este elevado estado de conciencia, implica una extrema
concentración de la atención y, al mismo tiempo, un retraimiento de la
conciencia en el cuerpo físico. Como consecuencia, esta condición se ha
confundido a menudo con el trance. Sin embargo, la existencia de una apariencia
externa petrificada no transmite la realización interior de la conciencia
transcendental del yogui. Por el contrario, el sahajasamādhi lleva
la realización hasta el mismo cuerpo físico. El yogui vive, como si dijéramos,
en los dos mundos —en la dimensión de la existencia no-cualificada (nirguṇa)
y en la dimensión de la relatividad. El sahajasamādhi es
equivalente a una total y permanente iluminación, o “liberación en vida” (jīvanmukti).
En esta condición, el yogui liberado puede experimentar toda una variedad de estados
de conciencia, incluyendo savikalpa o saṃprajñātasamādhi
y nirvikalpa o asaṃprajñātasamādhi.
El papel del maestro (guru)
es fundamental para alcanzar el estado sahaja. El Haṭhayogapradīpikā
afirma:
Sin la ayuda de un auténtico guru,
es muy difícil lograr la renuncia a los deseos (vairāgya), la
percepción de la verdad y el auténtico estado natural de samādhi (sahajāvasthā)
(4.9)
El
movimiento Sahajayāna, igual que el Pūrṇa Yoga
de Aurobindo, apunta claramente a un punto de vista más integral y
ético que los movimientos hindúes tradicionales. Se puede afirmar que el ideal
del sahaja es un intento por superar las limitaciones del verticalismo
tradicional. Por otro lado, es cierto que algunas escuelas Sahajayāna
contienen un fuerte elemento ascético y no puede afirmarse de ellas que
subscriban una ética evolutiva positiva del mundo.
Los
maestros del Sahajayāna enseñaron que la Realidad no puede ser
descubierta con restricciones innaturales, disciplinas mentales o manipulaciones
externas de cualquier tipo en la naturaleza humana. En su lugar, insistían en
que hay que seguir lo más natural en nosotros, es decir, ser fiel a nuestro
propio imperativo personal, a nuestra intuición. Por supuesto, no predicaban
que solo hubiese que abandonarse a nuestras pasiones e instintos. Mas bien, su
enfoque espontáneo o natural es la forma de residir en lo que es
intrínsecamente cierto en nosotros, es decir, en la liberación.
Aunque
se busque siempre la Realidad más elevada y tal búsqueda solo sirva para
reforzar nuestra sensación de separatividad, los adeptos de esta tradición
rechazan cualquier programa hacia la liberación.
Según
una canción (dohā) del adepto del siglo IX, Lohipāda,
¿Para qué sirven todas las
técnicas de meditación? En su lugar hay que morir ante lo bueno y lo malo.
Abandonar todas las elaboradas prácticas de control yóguico y las falsas
esperanzas por los ilusorios regalos sobrenaturales, y aceptar la vaciedad como
esencia propia.
La
escuela budista Sahajayāna apareció en el siglo VIII, como una
reacción y crítica a las corrientes mágicas y el complicado esoterismo del Tantra.
No hay escrituras tántricas referidas a este movimiento, pero sus maestros han
compuesto canciones memorables, conocidas como dohās o caryās,
que se transmitieron oralmente y fueron muy populares en la India hasta el
siglo XII. El Sahajayāna se apoyó en el Budismo, el Hinduismo y el
Jainismo, componiendo los dohās en los dialectos peculiares de
estas tradiciones.
Las
mejores dohās budistas conocidas son las de Sarahapāda,
del siglo VIII. Este gran adepto budista definió sahaja como la “vía
directa” (ujupatha) o “vía real” (rajāpatha).
Cuando el ingenuo se mira en el
espejo
contempla una cara, no un reflejo.
De igual forma, la mente que niega
la verdad,
confía en lo que no es verdad.
Igual que un Brahmín, que
con arroz y mantequilla
cocina una torta y la ofrece en el
fuego del sacrificio,
al crear del espacio celestial un
conducto para el néctar,
cree que tales ilusiones son lo más
importante.
Algunas personas que han elevado
cuidadosamente el calor interior hasta la cima de la cabeza,
que golpean la úvula con la lengua
en una especie de complicado coito,
que se encadenan precisamente a lo
que proporciona la liberación,
se denominan orgullosamente a sí
mismos yoguis.
No hay nada que negar, nada que
ser
afirmado o captado; pues nunca se
puede entender.
Con la fragmentación del
intelecto, surgen las ilusorias
cadenas; indivisible y pura
permanece la espontaneidad.
(“Canción Real”, Sarahapāda)
La
figura más importante de este movimiento es el poeta Candidasa, que
vivió a finales del siglo XIV d.C. en Bengala y adquirió fama gracias a
sus numerosas canciones sobre Rādhā y su divino amante Kṛṣṇa
y sobre cómo utilizar el cuerpo como un medio poderoso de meditación.
Los
Bauls también pertenecen a esta notable manifestación de la
espiritualidad hindú, aunque éstos conciben la unión espiritual-sexual como
teniendo lugar dentro del propio corazón en vez de a través del intercambio
externo (maithuna).
Aunque
los Sahajīya gozaron de gran respeto, su mensaje era demasiado
radical para ser comprendido por la mayoría. Pues, aunque el ideal de la
espontaneidad es de innegable valor para los practicantes espirituales, resulta
demasiado fácil quedar atrapado en la lucha por la realización. Los dohās
y caryās son recordatorios de que tal lucha es una actividad egóica
y como tal una limitación a nuestra inherente condición de perfecta felicidad.
El
espíritu radical del Sahajayāna se halla presente también en el
Budismo Zen Japonés, aplicando ambos el principio del vacío (ausencia de cosa,
o śūnya) de forma directa a la vida diaria.
Actualmente
se halla muy difundida, sobre todo en occidente, una forma de Sahaja Yoga,
mezcla de Bhakti, Guru y Kundalini Yoga, liderada por Shri Mataji Nirmala Devi.
© Yogadarshana – Yoga y Meditación